El cortometraje es una muy buena
alternativa para dos tipos de públicos: el primero, aquel que quiera ver un
producto cinematográfico que no supere los 20 minutos de duración (por ausencia
de tiempo o simple y pura pereza) y en segundo lugar el que desea aportar su
grano de arena al mundo de la filmografía, pero que no posee el capital
necesario como para embarcarse en la aventura del largometraje.
Pese a ser una expresión bastante
menos recurrida que las películas de larga duración, se trata igualmente de una
forma de ofrecer una historia, una perspectiva de alguna anécdota recogida a
través de las cámaras. Por tanto, aunque en un número reducido por la
minimización de aquello a lo que aspira, a la hora de hacer un corto también se
necesita de un equipo detrás que se encargue de hacer cada una de las partes
esenciales para efectuar un proyecto. Acudiendo al rodaje de La vida que no merecen, de Carlos
Serrano, se puede observar en esencia, todas aquellas partes necesarias para la
consecución de dicho producto.
Lo primero y más fundamental, es
el director o realizador de la película. Él va a ser la figura encargada de que
todo se lleve a cabo de la mejor manera posible bajo su perspectiva. Un punto
de vista que debe estar formado por unos conocimientos sobre planos, ejecución
de cámaras y sapiencia general sobre la historia del cine. Por tanto, sobre sus
hombros recae la responsabilidad última de la colocación de cámaras, focos,
música ambiente e interpretación de los actores, así como de la elaboración del
guion. Prácticamente, o al menos así debería ser, no ejecuta ninguna de las
maniobras anteriores plenamente, pero sí que las supervisa y da el visto bueno.
Es decir: los cámaras realizarán el balance de blanco, verán una perspectiva
buena y podrán consultarla con el director, que dará el aprobado a la
proposición o no, pero en principio la colocación estratégica de dicha cámara
corre a cargo del director. Siempre y cuando éste no delegue plenamente sus
poderes a alguno o varios de los apartados. Aunque no suele ser lo común. El
director es, a fin de cuentas, el máximo responsable, el director de la
orquesta que, sin tocar ningún instrumento y batuta en mano, hace que la banda
sinfónica represente una melodía a la perfección.
Director controlando la escena a rodar. |
Papel primordial aquel del
cámara. Sin el cámara, no habría rodaje. Esta persona es la encargada de
sujetar, mover y equilibrar el equipo de grabación para que su captación de
imágenes sea óptima. Se tiene en cuenta su labor especialmente en lugares con
escasa o nula luz, o en aquella donde la luz es abundante pero anaranjada. Los
ajustes que han de realizarse para que la secuencia no salga quemada o por el
contrario tan oscura que no se pueda visualizar, son tremendamente aparatosos
en ocasiones. En continua conexión con el director, el encargado de la cámara
es uno de los profesionales más relevantes (y peor considerados) de este
mundillo.
Un encargado de sonido que
manipule micrófonos, pinganillos, cómo entra el sonido por los mismos y cómo
recogen el audio las cámaras nunca está de más. Esta tarea puede ser ejecutada
por el cámara, especialista en todo lo relacionado con la grabación, pero tener
en el conjunto a un experto del sonido y sobre todo otra mano más que eche una
ayuda, a veces se vuelve algo imprescindible.
Quizás en antaño no tanto, pero
ahora es fundamental, especialmente tras la moda de los extras en los DVD. Sin
el fotógrafo, no habría nadie encargado de realizar tanto las composiciones
espaciales como de tomar las capturas necesarias para la realización del
afamado making of, conocido mayormente en España por Cómo se hizo… Su trabajo
no es otro que el elegir el marco en el que se desarrollará cada escena, así
como de su construcción si hace falta. En cuanto a su otro trabajo, hará las
fotos o vídeos necesarios para luego ir explicando, detalladamente, cómo se
llevó a cabo el rodaje, incluidas algunas tomas falsas.
Equipo esencial para el fotógrafo encargado del making of |
Por supuesto, en un orden menor
de prioridades, no podía faltar el guionista. Se posiciona un peldaño más abajo
no porque sea irrelevante su presencia, que no lo es en absoluto, sino porque
su rol lo ejecuta el director en un gran número de las ocasiones. Será dicha
persona quien se encargue de la elaboración de la historia, pues muchas veces
es él quien la crea y decide aventurarse a realizarla. De todos modos, ocupe
esa función quien sea, se trata de la persona que llevará a cabo la escritura
de la historia que se va a filmar. Con ello se incluyen los diálogos, pero
también las situaciones que se están dando mientras se charla y demás cosas que
los actores deban tener en cuenta. Si mientras se desean amor eterno aparece un
coche que arrolla a la novia, todo eso se recogerá en acotaciones sobre el
papel del guion. Se trata, nada más y nada menos, que de las directrices que
debe tener en cuenta tanto el equipo técnico como el cuerpo actoral.
En último lugar, el más común y menos
sorprendente de todos los trabajos
citados: los actores. No necesitan presentación alguna, pero aun así se puede
decir que son los encargados de representar los papeles que saldrán en la
pantalla y que conforman la historia. Su única preocupación debe ser la de
representar bien su función, sin distraerse en el trabajo ajeno, sintiendo y
creyendo lo que dice, pero por supuesto sin olvidar su diálogo o al menos improvisándolo
si así ocurre.
Para un cortometraje puede ser
innecesario este cargo, pero también sería probable considerar la presencia de
un maquillador, que realce las expresiones de los artistas, sin hacer que
queden impresentables ante la cámara o que se produzcan brillos que estorben la
tarea delos encargados visuales.
El equipo personal, el elenco de
profesionales que trabajan para llevar a cabo el pequeño filme podría darse por
zanjado. En la realización de un largo, con más flecos que cubrir y un mayor presupuesto,
se suelen subdelegar aún más tareas y aparecen otras innecesarias dentro de un
corto. No obstante, el aparataje también es un factor muy importante a tener en
cuenta, no sirve cualquier tipo de cámara para obtener un buen producto final.
El equipo técnico es fundamental.
Precisamente debido a esa premisa, siempre hay que contar
con una buena cámara. Una de marca Sony siempre ofrece cierta fiabilidad base,
que podrá aumentar o disminuir en cierta medida dependiendo de lo costosa que
salga su adquisición. A ser posible, que sea digital y con pantalla extraíble,
para facilitar el visionado al cámara de lo que está grabando girando dicha
pantalla, en caso de que esté realizando planos tan complicados y cerrados como
el nadir o el cenital. Si es capaz de grabar de 720p en alza, se asegura un
buen apartado visual.
Ejemplo de buena cámara usada en el rodaje, junto al guion del corto. |
A la hora de hablar de los soportes
sobre los que sostener la cámara, uno que no puede faltar en ninguno de los
casos es el trípode. Compuesto por tres varas cuya longitud puede variar según
las necesidades de cada situación, así como de una superficie superior plana
donde se coloca el equipo audiovisual, este instrumento es esencial para
asegurar el equilibrio a la hora de rodar, alejándose de la inseguridad e
inestabilidad que puede imprimirle a la cámara el movimiento del encargado al
moverse o realizar una maniobra brusca. En la línea del trípode se encuentra el
Dolly, más aparatoso y complejo que el trípode, así como menos necesario, pero
aún más práctico si cabe. Haciendo las veces de portabebés, el cámara puede
mover el objetivo con total facilidad al sujetarse el aparato en el esqueleto
que lo conforma. Si se quiere realizar un travelling o escena de seguimiento
continuo, ésta es la mejor de las opciones.
En la línea de instrumentos
aparatosos pero útiles, se encuentra la jirafa, el primo lejano de la pértiga
en el mundo de la comunicación audiovisual. Se trata de una vara, en cuyo
extremo se encuentra un soporte bien para cámara, bien para micrófonos o
equipos sonoros, que permite llegar a lugares lejanos en los que no puede
entrar ningún técnico, en caso de que se esté rodando planos medios o detalle a
la distancia para crear cierto efecto visual. De todos modos, la jirafa se
suele usar con mayor asiduidad para grandes planos generales o planos
generales, en los cuales por motivos obvios no pueden entrar personas que no
sean actores o de lo contrario quedarían registrados en la filmación.
En cuanto a equipos sonoros,
altavoces micrófonos y pinganillos son los más habituales. En ocasiones, sólo
en el caso de los cortos, si los sitios son cerrados y hay buena acústica, no
son realmente necesarios. Con el micrófono insertado en la propia cámara basta
y sobra.
Lo relacionado con emplazamientos, para
la realización de un corto con tal de que haya un probador y aseos es más que
suficiente. Ni la producción ni el presupuesto requieren de la presencia de
camerinos para los artistas.
A la vista está que el aparataje
y movimiento necesarios para un cortometraje no son para tomárselo a la ligera.
Pese a tener una duración obviamente inferior, los cortos suponen una inversión
de trabajo, sacrificio y tiempo enorme, en ocasiones algo más que para los
largometrajes, al no estar apoyados por casi nadie. Sólo en el dinero son
superados por sus hermanos mayores.
Precisamente por todo lo citado
en este reportaje, se debería reivindicar una mayor estima hacia los proyectos
efectuados en forma de cortos. A pesar de su limitada extensión, sus medios son
igualmente limitados, pero en ocasiones se logran maravillas independientes que
las grandes productoras no logran ejecutar.
De cara a una mayor comprensión de lo comentado, así como para ofrecer una perspectiva más visual, un vídeo que demuestra la parte teórica del texto.
Fuentes:
- Visionado del rodaje
- Participación activa dentro del mismo
- Carlos Serrano, jefe del proyecto
- Antonio López Hidalgo, autor de la obra en la que se basa el cortometraje
- Fotos y vídeos tomados durante el desarrollo del rodaje. Por Salvador Belizón Campaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario