lunes, 10 de diciembre de 2012

La creación del corto


El cortometraje es una muy buena alternativa para dos tipos de públicos: el primero, aquel que quiera ver un producto cinematográfico que no supere los 20 minutos de duración (por ausencia de tiempo o simple y pura pereza) y en segundo lugar el que desea aportar su grano de arena al mundo de la filmografía, pero que no posee el capital necesario como para embarcarse en la aventura del largometraje.

Pese a ser una expresión bastante menos recurrida que las películas de larga duración, se trata igualmente de una forma de ofrecer una historia, una perspectiva de alguna anécdota recogida a través de las cámaras. Por tanto, aunque en un número reducido por la minimización de aquello a lo que aspira, a la hora de hacer un corto también se necesita de un equipo detrás que se encargue de hacer cada una de las partes esenciales para efectuar un proyecto. Acudiendo al rodaje de La vida que no merecen, de Carlos Serrano, se puede observar en esencia, todas aquellas partes necesarias para la consecución de dicho producto.

Lo primero y más fundamental, es el director o realizador de la película. Él va a ser la figura encargada de que todo se lleve a cabo de la mejor manera posible bajo su perspectiva. Un punto de vista que debe estar formado por unos conocimientos sobre planos, ejecución de cámaras y sapiencia general sobre la historia del cine. Por tanto, sobre sus hombros recae la responsabilidad última de la colocación de cámaras, focos, música ambiente e interpretación de los actores, así como de la elaboración del guion. Prácticamente, o al menos así debería ser, no ejecuta ninguna de las maniobras anteriores plenamente, pero sí que las supervisa y da el visto bueno. Es decir: los cámaras realizarán el balance de blanco, verán una perspectiva buena y podrán consultarla con el director, que dará el aprobado a la proposición o no, pero en principio la colocación estratégica de dicha cámara corre a cargo del director. Siempre y cuando éste no delegue plenamente sus poderes a alguno o varios de los apartados. Aunque no suele ser lo común. El director es, a fin de cuentas, el máximo responsable, el director de la orquesta que, sin tocar ningún instrumento y batuta en mano, hace que la banda sinfónica represente una melodía a la perfección.


Director controlando la escena a rodar.


Papel primordial aquel del cámara. Sin el cámara, no habría rodaje. Esta persona es la encargada de sujetar, mover y equilibrar el equipo de grabación para que su captación de imágenes sea óptima. Se tiene en cuenta su labor especialmente en lugares con escasa o nula luz, o en aquella donde la luz es abundante pero anaranjada. Los ajustes que han de realizarse para que la secuencia no salga quemada o por el contrario tan oscura que no se pueda visualizar, son tremendamente aparatosos en ocasiones. En continua conexión con el director, el encargado de la cámara es uno de los profesionales más relevantes (y peor considerados) de este mundillo. 

Un encargado de sonido que manipule micrófonos, pinganillos, cómo entra el sonido por los mismos y cómo recogen el audio las cámaras nunca está de más. Esta tarea puede ser ejecutada por el cámara, especialista en todo lo relacionado con la grabación, pero tener en el conjunto a un experto del sonido y sobre todo otra mano más que eche una ayuda, a veces se vuelve algo imprescindible.

Quizás en antaño no tanto, pero ahora es fundamental, especialmente tras la moda de los extras en los DVD. Sin el fotógrafo, no habría nadie encargado de realizar tanto las composiciones espaciales como de tomar las capturas necesarias para la realización del afamado making of, conocido mayormente en España por Cómo se hizo… Su trabajo no es otro que el elegir el marco en el que se desarrollará cada escena, así como de su construcción si hace falta. En cuanto a su otro trabajo, hará las fotos o vídeos necesarios para luego ir explicando, detalladamente, cómo se llevó a cabo el rodaje, incluidas algunas tomas falsas.

Equipo esencial para el fotógrafo encargado del making of

Por supuesto, en un orden menor de prioridades, no podía faltar el guionista. Se posiciona un peldaño más abajo no porque sea irrelevante su presencia, que no lo es en absoluto, sino porque su rol lo ejecuta el director en un gran número de las ocasiones. Será dicha persona quien se encargue de la elaboración de la historia, pues muchas veces es él quien la crea y decide aventurarse a realizarla. De todos modos, ocupe esa función quien sea, se trata de la persona que llevará a cabo la escritura de la historia que se va a filmar. Con ello se incluyen los diálogos, pero también las situaciones que se están dando mientras se charla y demás cosas que los actores deban tener en cuenta. Si mientras se desean amor eterno aparece un coche que arrolla a la novia, todo eso se recogerá en acotaciones sobre el papel del guion. Se trata, nada más y nada menos, que de las directrices que debe tener en cuenta tanto el equipo técnico como el cuerpo actoral.

En último lugar, el más común y menos sorprendente  de todos los trabajos citados: los actores. No necesitan presentación alguna, pero aun así se puede decir que son los encargados de representar los papeles que saldrán en la pantalla y que conforman la historia. Su única preocupación debe ser la de representar bien su función, sin distraerse en el trabajo ajeno, sintiendo y creyendo lo que dice, pero por supuesto sin olvidar su diálogo o al menos improvisándolo si así ocurre.

Para un cortometraje puede ser innecesario este cargo, pero también sería probable considerar la presencia de un maquillador, que realce las expresiones de los artistas, sin hacer que queden impresentables ante la cámara o que se produzcan brillos que estorben la tarea delos encargados visuales.

El equipo personal, el elenco de profesionales que trabajan para llevar a cabo el pequeño filme podría darse por zanjado. En la realización de un largo, con más flecos que cubrir y un mayor presupuesto, se suelen subdelegar aún más tareas y aparecen otras innecesarias dentro de un corto. No obstante, el aparataje también es un factor muy importante a tener en cuenta, no sirve cualquier tipo de cámara para obtener un buen producto final. El equipo técnico es fundamental.

Precisamente debido a esa premisa, siempre hay que contar con una buena cámara. Una de marca Sony siempre ofrece cierta fiabilidad base, que podrá aumentar o disminuir en cierta medida dependiendo de lo costosa que salga su adquisición. A ser posible, que sea digital y con pantalla extraíble, para facilitar el visionado al cámara de lo que está grabando girando dicha pantalla, en caso de que esté realizando planos tan complicados y cerrados como el nadir o el cenital. Si es capaz de grabar de 720p en alza, se asegura un buen apartado visual.
 
Ejemplo de buena cámara usada en el rodaje, junto al guion del corto.

A la hora de hablar de los soportes sobre los que sostener la cámara, uno que no puede faltar en ninguno de los casos es el trípode. Compuesto por tres varas cuya longitud puede variar según las necesidades de cada situación, así como de una superficie superior plana donde se coloca el equipo audiovisual, este instrumento es esencial para asegurar el equilibrio a la hora de rodar, alejándose de la inseguridad e inestabilidad que puede imprimirle a la cámara el movimiento del encargado al moverse o realizar una maniobra brusca. En la línea del trípode se encuentra el Dolly, más aparatoso y complejo que el trípode, así como menos necesario, pero aún más práctico si cabe. Haciendo las veces de portabebés, el cámara puede mover el objetivo con total facilidad al sujetarse el aparato en el esqueleto que lo conforma. Si se quiere realizar un travelling o escena de seguimiento continuo, ésta es la mejor de las opciones.

En la línea de instrumentos aparatosos pero útiles, se encuentra la jirafa, el primo lejano de la pértiga en el mundo de la comunicación audiovisual. Se trata de una vara, en cuyo extremo se encuentra un soporte bien para cámara, bien para micrófonos o equipos sonoros, que permite llegar a lugares lejanos en los que no puede entrar ningún técnico, en caso de que se esté rodando planos medios o detalle a la distancia para crear cierto efecto visual. De todos modos, la jirafa se suele usar con mayor asiduidad para grandes planos generales o planos generales, en los cuales por motivos obvios no pueden entrar personas que no sean actores o de lo contrario quedarían registrados en la filmación.

En cuanto a equipos sonoros, altavoces micrófonos y pinganillos son los más habituales. En ocasiones, sólo en el caso de los cortos, si los sitios son cerrados y hay buena acústica, no son realmente necesarios. Con el micrófono insertado en la propia cámara basta y sobra.

Lo relacionado con emplazamientos, para la realización de un corto con tal de que haya un probador y aseos es más que suficiente. Ni la producción ni el presupuesto requieren de la presencia de camerinos para los artistas.

A la vista está que el aparataje y movimiento necesarios para un cortometraje no son para tomárselo a la ligera. Pese a tener una duración obviamente inferior, los cortos suponen una inversión de trabajo, sacrificio y tiempo enorme, en ocasiones algo más que para los largometrajes, al no estar apoyados por casi nadie. Sólo en el dinero son superados por sus hermanos mayores.

Precisamente por todo lo citado en este reportaje, se debería reivindicar una mayor estima hacia los proyectos efectuados en forma de cortos. A pesar de su limitada extensión, sus medios son igualmente limitados, pero en ocasiones se logran maravillas independientes que las grandes productoras no logran ejecutar.

De cara a una mayor comprensión de lo comentado, así como para ofrecer una perspectiva más visual, un vídeo que demuestra la parte teórica del texto.




Fuentes:

- Visionado del rodaje

- Participación activa dentro del mismo

- Carlos Serrano, jefe del proyecto

- Antonio López Hidalgo, autor de la obra en la que se basa el cortometraje

- Fotos y vídeos tomados durante el desarrollo del rodaje. Por Salvador Belizón Campaña.

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