La Máscara, Dios e Irene Eternamente
El papel de todo buen actor, es interpretar cualquier tipo
de papeles que se le presente. En una película puede salir sonriendo como un
pasmarote, que en la siguiente será el más bravo de los guerreros. En una puede
ser la más introvertida de las personas y a la siguiente puede ser un ladrón de
poca monta. Así debe ser el buen artista, el buen actor dramático. No obstante,
esto siempre se queda a nivel teórico, como la mayoría de los “tratados no
escritos”. Las escenas de terror deberían ir siempre acompañadas de música que
dé ambiente, pero en ocasiones se insertan melodías infantiles para producir un
efecto aterrador. Tras un gran plano general, resulta discordante introducir un
plano detalle. Meros ejemplos de como la pragmática supera con creces a la
teoría en momentos puntuales. Las personas no van a ser la excepción de la
regla.
Simbiosis en el arte
No resulta ninguna sorpresa
comentar que muchas, la mayoría de las creaciones fílmicas que pueblan las
carteleras, no son ideas novedosas ni suponen ningún tipo de revolución. No se
trata precisamente de las continuas precuelas y secuelas de las distintas
películas originales cuando salieron en su época, véase las partes de Jurassic Park o la antaño incombustible En busca del Valle Encantado. Doce entregas
posteriores acapararon las trastadas del pequeño Piecito. Más bien, cabe hablar
de otra vertiente que va más allá de continuaciones, remakes o reboots: se
trata de las adaptaciones. Leer más ->
Salvan el día...y el cine
Tras meses de negociaciones, finalmente se ha conseguido. Fechado en el
lejano 2015, una de las familias más conocidas e importantes de la
cultura pop volverá a la gran pantalla en forma de reboot. Si estaban
pensando en Los Simpsons o en los vecinos del pequeño Urkel, se equivocan. Se trata, nada más y nada menos, que del re-lanzamiento de Los cuatro fantásticos. Leer más ->
Cuando el videoclub necesitó reinventarse
No mucho más tarde desde que naciera el cine, tuvo lugar otra forma de
obtener beneficios por la creación de una película: la compra de la
misma para que pudiera ser visionada en la comodidad del sofá de casa,
todas las veces cuanto se quisiera. Quizá en un momento de comparación
con los libros de una biblioteca, a alguien se le llegó a ocurrir la
genial idea no de venderlos, sino de "prestarlos" durante un rato.
Siempre claro a través de un intercambio monetario por parte del que
adquiría el producto, franja de tiempo ampliable según cantidad de
dinero se le otorgara al arrendador. Esta propuesta se presentó como
algo realmente novedoso y práctico a niveles insospechados. Llegaba así
el videoclub y su capacidad para el alquiler.
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